miércoles, 25 de septiembre de 2019

Lluvia de color en La Riviera


Noche nublada y amenazando lluvia es la que se vaticinaba en esta ocasión, pero eso no me quitó la ilusión que tenía desde hacía unos días, y eso que casi no consigo asistir al concierto. Tocaba cumplir con un grupo que jamás había visto en directo, pero que le tenía muchas ganas pues como quien dice me he medio criado con ellos. Bastante más tarde de las 19:00h, se abrían las puertas de la mítica sala La Riviera para dar la bienvenida al público que hizo sold out muy poco antes para arropar a Elefantes en su vuelta a Madrid y sus motivados teloneros Triángulo Inverso.




Puntuales, en el poco tiempo que estuvieron, Triángulo Inverso dio un correcto concierto en el que quiso ganarse un puñado de seguidores de Elefantes para sus filas. Con ganas y felices de encontrarse una sala hasta arriba, sus componentes salieron a por ello, mostrándose encantados y agradecidos por la oportunidad que se les brindaban en una sala como La Riviera.





Con guiños a ésta nombrándola en canciones, fueron buscando marcar cada detalle con un cantante que llevaba el peso de liderar las letras, que parecían tranquilas pero luego tenían bastante caña. Transmitiendo una seguridad que pocas veces se ve en grupos noveles, se ganaron al respetable animando a las palmas y llenando así la sala con un sonido cuidado, y que a nuestro entender se merecieron con creces. 

Y le llegó el turno a Elefantes.




Como si de un juego de parchís se tratase, salieron trajeados y a ganar desde el principio, de amarillo bajo y guitarra, azul el batería y naranja el cantante, una puesta en escena que no dejó indiferente a nadie. 
El lleno absoluto de la sala y el haber tenido que suspender este concierto unos meses atrás por problemas de salud de Jordi, les dio las alas para encantar a sus enfervorecidos seguidores. Y es que saben que cuentan con un público fiel, que canta, se emociona y sienten las letras como propias, pero que también son capaces de saltar y derrochar energía con los temas más míticos.




Aun con las canciones más calmadas, Shuarma lo da todo. Al ritmo de sus castañuelas te podía hipnotizar, como al piano hacía que con "Duele" el desamor doliera de verdad. 
Nos regalaron un repertorio lleno de temas clásicos de la banda como "Que yo no lo sabía" y "Azul", o temas nuevos como "Agua", en el que agradecieron a Oxfam Intermón todo lo que hace. Podéis ver algunos vídeos en nuestro Instagram.




Benjamín Prado puso su granito de arena con una poesía escrita para esta ocasión que al grito de ''¡Viva la vida!'' nos enganchó a un positivismo genial a todos. Con pinceladas como éstas nos hicieron vivir, y mucho, cada momento del espectáculo.
Mikel Erentxun, como niño por el escenario, apareció enérgico en "Volvió la luz" y ambos nos transmitieron una fuerza muy bonita.




En lo musical el sonido estuvo muy bien, con los teclados, castañuelas y panderetas aportando detalles muy interesantes a las canciones. Como grandes momentos, el cariño y la dedicatoria del concierto al batería, pues un cáncer lo ha tenido retirado un tiempo de la música. Intensa y especial fue la colaboración de Nacho Cano al piano en "Mujer contra mujer" con la entrega absoluta del público y banda cantando todos a una misma voz.




Casi 25 años tocando no son pocos y se nota. Antes de la separación del grupo, el último concierto fue aquí, en La Riviera, y sabían que le debían una a su público de Madrid que les contagió sus ganas hasta el final.
Nos queda claro que Elefantes está ahora mejor que nunca y su público lo agradece dándolo todo de principio a fin, bises incluidos,  cantando a viva voz un "¡¡que salgan, que salgan!!" hasta que aparecieron de nuevo.




En definitiva fue un concierto que nos hizo volver a nuestra niñez y del que salimos muy muy felices por haber podido asistir.


Texto por: Gaia Villa
Fotos por: Borja Díaz

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